Santuario-Casa de Santa Catalina
Oratorio del Dormitorio
Bajando las escaleras situadas a la izquierda del atrio de entrada, se llega al Oratorio del Dormitorio que ingloba la celda donde la Santa rezaba y descansaba: en su interior, se puede ver, protegida por una reja de hierro, la piedra donde ella apoyaba la cabeza.
A la Santa, de niña le gustaba retirarse en este lugar para dedicarse a la contemplación y a la penitencia. Fue aquí a los siete años que hizo votos de virginidad perpetua, renunciando a los placeres materiales y empezó a privarse de los alimentos, del sueño, a usar el cilicio y a flagelarse.
Este periodo es el inicio de un proceso de transformación espiritual y física, que caracterizó toda su vida: como el latido del corazón, ella se contrae, se recoge en sí misma para conocer a Cristo y, después, se abre para difundir la gracia de Dios en todo el cuerpo místico de Cristo, es decir la Iglesia. De esta manera, el cuerpo de la Santa sometido a duras privaciones se consume, se achica, se reduce como también el espacio donde ella se mueve: en principio se encierra en su casa, luego no sale de su habitación, hasta que se construye dentro del íntimo del alma una celda espiritual donde sigue sin interrupciones el diálogo con Cristo. Catalina no tiene nada, no es nada, pero precisamente por esta razón es susceptible de volver a ser moldeada, esta vez, por la gracia divina. El nuevo cuerpo no está . . .