La Basílica de San Francisco
San Francisco de Asís
«Nació en el mundo un sol» serían suficientes estas palabras de Dante para comprender la repercusión que dejó en el mundo la vida del Pobrecillo de Asís. Para el cristiano, el sol que vence sobre las tinieblas, es el símbolo de Cristo por excelencia: atribuir a San Francisco el mismo título, significa resaltar que sus contemporáneos, lo percibieron como un verdadero alter Christus, hombre que quizás como ningún otro, había hecho presente la figura del Salvador en la Tierra.En particular en aquella época, que vió el nacimiento de la primera civilización capitalística, con el triunfo de los banqueros y los mercaderes. El absoluto amor de San Francisco para Dios y el hombre, encontró expresión en su supremo amor hacia la pobreza; un amor inmenso que se podía comparar sólo con el amor hacia Cristo. «Questa [la povertà], privata del primo marito, / millecent’ anni e più dispetta e scura / fino a costui si stette sanza invito». (“Esta (pobreza) sin su marido/ más que mil años despechada y obscura/ hasta él quedó sin invitación”) . El gran encanto de su elegida, de la cual nacía una gran felicidad en su vida, superior a cualquier tipo de riqueza, le aseguró un apoyo excepcional: «Ma perch’ io non proceda troppo chiuso, / Francesco e Povertà per questi amanti / prendi oramai nel mio parlar diffuso. / La lor concordia e i lor lieti . . .