Santa Catalina de Siena ha ejercido un encanto irresistible en las personas que la han conocido, durante su vida y después de su muerte.
La energía, el amor pasional, la comprensión, la sabiduría, la atención por las necesidades de los pobres y de los enfermos, la alegría y su paz profunda atraían a hombres y mujeres dispuestos a recorrer sus mismos pasos, el mismo camino que ella anduvo con tanta intensidad.
El paso de Catalina ha marcado de manera indeleble las “piedras” de la ciudad de Siena, sus calles y sus edificios, lo cual nos permite hoy en día de seguirla física y espiritualmente.
Catalina, no obstante su virginidad y su consagración a Dios, participó activamente a la vida social de su tiempo: por esta razón, ella es una óptima guía para entrar en el espíritu, en el esplendor, en la cultura, en el poder, en las alegrías y en los dolores de la Siena de siglo XIV, entonces una de las ciudades más insignes de Europa.
¡Por lo tanto, ciudadano, peregrino o turista que seas, buen viaje!