Iglesia de San Nicolás al Carmen

Los Carmelitanos en Siena

No se conoce con exactitud cuando llegaron a Siena después  de haber dejado Tierra Santa, pero se supone que haya sido alrededor de la mitad del siglo XIII. Con la ayuda del Ayuntamiento, de las asociaciones de artes y oficios, de los ciudadanos ricos, ellos pudieron construir su iglesia y el monasterio donde los frailes, dedicados a la penitencia y a las oraciones, acogían a todos los que quisieran unirse a ellos para honorar a Dios y a la Virgen Madre. Dedicándose a la evangelización de la población residente en este barrio, apenas afuera de los muros de la ciudad, los carmelitanos ganaron respeto y reconocimiento oficial por el Ayuntamiento como institución religiosa que debía ser ayudada.
Muchos hombres ilustres entraron en la Orden del Carmen viviendo años de penitencia y oración como el  Beato Franco de Grotti, cuya popularidad se difundió fuera de la ciudad ya desde el siglo XIII.
Durante el siglo XVI cuatro exponentes de nobles familias senesas, se sucedieron en el encargo de Generales de la Orden: Bernardino Landucci, Eliodoro Tolomei, Mario Venturini, Giovanni Battista Faleri Caffardi, cuyos retratos en yeso se pueden admirar  a lo largo de las paredes de la iglesia.
Los frailes de la Orden  carmelitana pobres y pios, se mantenían gracias a la gestión de un patrimonio construido a través de donaciones privadas, a la ayuda continua del Ayuntamiento, a las limosnas, a la venta de las indulgencias, a las misas de sufragio de las almas de los muertos benefactores y a las ofrendas relacionadas con las reliquias conservadas al interior de la iglesia.
Este sistema de entradas ayudó  a vivir a los más de treinta frailes durante el siglo XVII.
Con la reforma de la Regla del Carmen hecha por  Santa Teresa de Avila, en Siena a  finales del siglo XVII, un grupo de diez religiosos, después de la  preparación necesaria  en Roma, pusieron las bases de la nueva Orden de los Carmelitanos descalzos. Así, mientras los padres de la “antigua observancia” oficiaban en la iglesia de San Nicolás al Carmen, los reformados construyeron su monasterio en la casa e iglesia de San Miguel, donde se establecieron hasta las supresiones napoleónicas.
Ya a finales del siglo XVIII  se empezaban a notar  elementos de decadencia en la Orden con una progresiva disminución de los frailes.
 La situación empeorará durante el siglo siguiente con las supresiones de las Ordenes religiosas dictadas por Napoleón que obligaron a los carmelitanos a abandonar sus iglesias y trasladarse al ex- monasterio del Santo Espíritu en  Siena. En  1821, después de la restitución de los monasterios a las Ordenes religiosas, los frailes se reapropiaron del monasterio, posiblemente  junto con  los Carmelitanos Descalzos, hasta la última supresión establecida por el reinado de Italia en  1862.
No se sabe con seguridad, cuándo los frailes hayan regresado a San Nicolás al Carmen, pero sin duda, desde los años ’80 del siglo pasado vivían en el claustro menor y celebraban misa en la iglesia hasta el 2000, hasta cuando los pocos que permanecieron en este lugar se reunieron en la Casa Madre de Florencia.