La Iglesia de San Agustín
San Agustín
San Agustín, esta considerado entre los más importantes Padres de la Iglesia Latina. Era un hombre de pasión y de fe, de profunda inteligencia e incansable cura pastoral. Fue el autor de muchas obras y el mismo Possidio, su primer biógrafo, se maravillaba de como un sólo hombre hubiera podido escribir tanto en su vida. Sus textos de naturaleza teológica, mística y filosófica contribuyeron a la construcción de las bases del pensamiento cristiano y constituyen aún hoy en día, un punto de referencia para muchos estudiosos. En particular las Confesiones, su obra más conocida, son una maravillosa autobiografía espiritual escrita como elogio hacia Dios.
El signo indeleble dejado en la cultura Occidental y en todo el mundo, hacen de San Agustín un Santo conocido por lo menos de fama, también para aquellos que profesan una religión diferente al cristianismo.
San Agustín nace en Africa, en Tagaste, el 13 de noviembre del año 354 en una familia de pequeños terratenientes. Gracias a su madre Monica, mujer pasionaria y ferviente católica, recibe una educación religiosa pero su juventud fue “infeliz y negativa” marcada por una profunda crisis moral y dominada por una inquieta búsqueda de placeres. Sólo después de haber leido el Ortensio de Cicerón, Agustín se apasiona a la filosofía empezando su camino de conversión. No encontrando satisfacción en la Sagrada Escritura, buscó la verdad en el maniqueísmo, una religión oriental fundada en el siglo III d.c. por Manes que se basaba en el principio fundamental del dualismo, es decir en la oposición entre los dos principios divinos del bien y del mal.Entendio rápidamente que la verdad tanto buscada no la podia encontrar en esta religión fuertemente anticatólica.
Posteriormente se traslada a Roma, donde una enfermedad casi lo lleva a la muerte.Después de este hecho, se muda a Milán para enseñar retórica. Su vida en esta ciudad fue fundamental para su conversión, ya que estando en este lugar pudo escuchar los sermones de San Ambrogio, Obispo de Milán y sobretodo tuvo la posibilidad de frecuentar al anciano cura San Simpliciano que había preparado al mismo Ambrogio para el episcopado. El encuentro con Ambrogio será muy importante para su camino de fe porqué gracias a sus palabras y enseñanzas, Agustín se abrirá hacia la fe cristiana como único camino hacia la verdad, mas tarde será bautizado por el mismo Ambrogio.
A pesar de que hubiera querido dedicarse completamente a las oraciones, a la penitencia y al estudio, una vez llegado a Hipona fue obligado a aceptar el sacerdocio por voluntad del pueblo considerada como voluntad de Dios. Su labor fue fecundísima: transfirió a Hipona su monasterio y marcó los fundamentos para la renovación de las costumbres del clero gracias a su Regla reconocida como modelo a seguir a partir del siglo XIII por la Orden de los Eremíticos agustinos. En el año 396 fue elegido obispo de Hipona llegando a ser un punto de referencia para toda la Iglesia del Continente Africano. Se dedicó constantemente a la predicación, a la preparación del clero, a la organización de la vida monástica y a la defensa de la fe contra las herejías, hasta su muerte acaecida después de una grave enfermedad en el año 430, durante el asedio de los Vándalos, a la edad de 76 años.
Su cuerpo fue trasladado a Cagliari por el obispo Fulgenzio de Ruspe hacia los años 508 -517 junto a otras reliquias de obispos africanos. En el 725 el rey longobardo Liutprando rescató su cuerpo de los Saracenos en Cerdeña y lo trasladó a Pavía a la Iglesia de San Pedro en el Cielo de Oro, cerca de los lugares de su conversión.