La Basílica de San Francisco
Obras de los Lorenzetti
A lo largo del cruzero se pueden admirar unos frescos realizados por los hermanos Pietro y
Ambrogio Lorenzetti alrededor de los años Treinta del siglo XIV. Los fragmentos forman parte de un ciclo de frescos que se planearon para ser colocados en la sala capitular y en el claustro del Monasterio, desprendidos del lugar de origen y puestos al interior de la Basílica en 1857.
En la tercera capilla de izquierda del altar, encornisada por una decoración del siglo XIX, se conserva una Crucifixión realizada por
Pietro Lorenzetti. La escena se desarrolla en la parte alta de la representación, concentrando la atención en el Cristo y dejando a medio busto las figuras de los otros. La obra fue realizada después de la estancia de Pietro en el taller de la Basílica de San Francisco en Asís y muestra la espacialidad de los cuerpos y el sentido de expresividad que caracterizarán las obras del artista senés en edad madura. El dolor está expresado por el movimento vertiginoso de los ángeles desesperados, por María que se desmaya y la sostienen otras mujeres, por la espalda cerrada del joven Juan que manifiesta su desesperación con una expresión de dolor. Una de las más altas y dramáticas obras maestras del artista en el cual el cuerpo del Cristo es totalmente modelado como para recordar algunos ejemplos de esculturas que habían en Siena en aquel momento realizadas por Giovanni Pisano.
En el otro lado del cruzero, en la capilla Bandini Piccolomini fueron colocados los frescos del hermano Ambrogio que representan San Ludovico de Tolosa que se despide de Bonifacio VIII y el episodio del Martirio de los frailes franciscanos en Marrakesh. En la primera escena se cuenta la historia de Ludovico de Anjú que para convertirse en fraile rechazó el trono del Reino de Nápoles en favor de su hermano Roberto. El joven Ludovico viste el hábito franciscano y hace reverencia frente al Papa incrédulo, como los otros presentes, por esta decisión. En esta obra
Ambrogio Lorenzetti muestra una representación inmediata de la sociedad del tiempo, minuciosamente percibida por los vestidos y los gestos que caracterizan a los personajes.
La otra pintura representa el episodio de los cinco frailes enviados por San Francisco para racontar el Evangelio a los musulmanes. Capturados en Sevilla y traídos hasta Marrakesch, fueron cruelmente torturados y al final decapitados el 16 de enero de 1220 por orden del jefe de los moros. Se cuenta que al anuncio del glorioso martirio, San Francisco exclamó: “ahora puedo decir con toda seguridad que tengo a cinco Frailes Menores”. En 1481 el Papa franciscano Sixto IV decidió canonizarlos y por esta experiencia también San Antonio de Lisboa, conocido como San Antonio de Padua, pasó de la Orden de los Canónicos Regulares a la de los Frailes Menores.