La Basílica de San Francisco
San Bernardino de Siena
Bernardino, hijo del noble senés Tullo de los Albizzeschi, casado con Nera de los Avveduti, nació el 8 de septiembre de 1380 en Massa Marittima, donde el padre se había trasladado.La fecha de su nacimiento debía ser ya un signo premonitorio de su futura personalidad: el 8 de septiembre, es el día en que se celebra el nacimiento de María, (muy venerada por él) y el 29 de abril del mismo año, 1380, había muerto en Roma la grande Santa senesa de la época, Catalina, como queriendo significar un pasaje de herencia entre los dos.
A los 6 años Bernardino quedó huérfano y fue crecido por su tía Diana hasta su muerte; a los 11 años fue confiado a la familia de los Albizzeschi residente en Siena. Aquí fue educado por su prima Tobía, terciaria franciscana y por su tía Bartolomea, terciaria agustiniana. Estudió con los mejores profesores dedicándose sobretodo a la filosofía y al derecho.
En 1400, durante una terrible epidemia de peste, Bernardino se presentó como voluntario al Hospital de Santa María de la Scala donde probablemente el mismo cayó enfermo por un breve período de tiempo.
Posteriormente, Bernardino sentió la necesidad de unirse a una Orden religiosa pero no monástica, ya que quería vivir en contacto con las personas y el 31 de agosto de 1402 vistió el hábito franciscano en la iglesia de San Francisco en Siena y el 8 de septiembre de 1404, en este lugar, celebró su primera misa. Bernardino fue un grande exponente de la Orden de la Observanza franciscana, que esperaba en un regreso a la espiritualidad originaria de San Francisco, fundando nuevos monasterios entre los cuales la Basílica de la Observanza poco fuera de los muros de la ciudad de Siena.
A los 40 años empezó la fase más intensa de su actividad como predicador que lo hizo popular y lo llevó a muchas ciudades italianas. Sus predicas eran muy apreciadas por la población ya que eran claras y fácilmente comprensibles. En 1427 predicó por 45 días consecutivos en la Plaza del Campo en Siena, siendo escuchado por una gran cantidad de ciudadanos que en tres ocasiones le habían pedido de ser Obispo de esta ciudad. Rechazó sin embargo los encargos de prestigio que le ofrecieron como los obispados de Siena y Urbino o el vicariado general de los Observantes para seguir mescolándose con los pobres y para defender la enseñanza de la Iglesia Católica con la predicación. En cada predica Bernardino exponía una tablilla con el monograma del nombre de Jesús al interior de un sol con rayos, que posteriormente se convirtió en su símbolo iconográfico, exhortando al amor para el Salvador.
En mayo de 1444 Bernardino muere en el monasterio de San Francisco, en la ciudad del Aquila, donde estaba por predicar.Seis años después, en 1450, fue canonizado por Nicoló V.