La Colegiata de Santa María en Provenzano

La Colegiata en los Días del Palio

La primera imágen que nos llega pensando en el Palio de julio es la de la Colegiata de Provenzano en fiesta: la iglesia llena de banderas con colores brillantes que giran en el aire, el rulo de los tambores y las caras de la gente de las contradas llenas de lágrimas de felicidad mientras cantan el ‘Te Deum’ de agradecimiento a la Virgen, delante de  la pequeña estatua de barro, tan generosa en milagros y en gracias  por lo cual fue costruida esta iglesia.
Precisamente en estos días de fiesta Provenzano es la iglesia de todos los seneses y de todas las contradas. Al interior de la iglesia se trae el palio la tarde antes de la carrera: acabada la Prueba General, un cortejo compuesto por los representantes del Ayuntamiento, por diecisiete pajes de las contradas, por las autoridades civiles, militares y de las contradas, va desde el Palacio Comunal hasta Provenzano. Dentro de la iglesia bendicen el palio que permanecerá en la iglesia por toda la noche acompañado por la luz de las velas y de las banderas de las contradas. La mañana siguiente el obispo junto a los sacerdotes de las diecisiete contradas, llamados  Correttori, celebran una solemne misa .
Por la tarde del tanto deseado 2 de julio, después de la carrera en la plaza del Campo, el cortejo de la contrada ganadora en fiesta , llega a Provenzano y llena la iglesia con su pueblo junto al Capitán y al jinete y a los pies del altar mayor, entre lágrimas y abrazos, agradecen a la Virgen con su ‘Maria Mater grazie’.
Mons. Enzo Carli, durante muchos años cura de esta Colegiata nos explica como ‘Las paredes y la cúpula de la iglesia de Provenzano, donde el palio se hace sagrado y la Virgen es apasionatamente agradecida, engloba la dimensión dentro de la cual el pueblo senés manifiesta uno de los más altos momentos de espontánea religiosidad’.