“Acuérdate de entrar con devoción en este devotisimo templo de la Virgen”
Estas palabras esculpidas en el piso de la Catedral, a la entrada de la nave central, se dirigen a qualquier persona que ingresa en el maravilloso templo: entrar en éste no es simplemente un movimiento físico sino el principio de un camino espiritual. El lugar en el cual estás entrando, no es solamente un increíble escenario de arte, es ante todo la demora (domus), casa de Dios y de su pueblo, la Iglesia, que aquí vive los momentos más importantes de su historia.
Ya la fachada con sus maravillosos mármoles te ha anunciado que estás entrando en un espacio único en el cual encuentran realización las predicciones de los antiguo profetas, esculpidas en los pergaminos de piedra llevados por las extraordinarias estatuas de Giovanni Pisano.
Ahora has entrado en la iglesia, un edificio construido para ser la imagen de una realidad hecha de carne y espíritu, la Iglesia-comunidad: una realidad de hombres cuya vida ha sido modificada para siempre por quien ha muerto para salvarnos del mal: Jesucristo.
Aquí se venera a María Santísima, la primera mujer que experimentó los efectos de la salvación: Inmaculada y sin pecado, subió al Cielo para compartir el destino glorioso del Hijo, la Virgen es la imagen primaria de la Iglesia, la Madre a la cual se dirigen los fieles para conseguir la gracia de Dios, como hoy en día hacen los seneses en la Capilla de la Virgen del Voto.
Cuando entras en la Catedral ves el maravilloso vitral circular encima del ábside que representa la Asunción de la Virgen que nos indica cual es la meta del camino de los hombres: el Reino de los Cielos. En el pasado además del vitral, otra cosa que se notaba enseguida, era el oro del gran retablo de la Majestad en el altar mayor. Este retablo representaba a la Virgen María en trono con su Hijo Jesús en sus piernas y alrededor la corte celestial de ángeles y Santos.
Antes de llegar al final hay que recorrer todo el camino humano ilustrado en el extraordinario piso de mármol: se empieza por el sentimiento religioso que había originado la sabiduría antigua representada por el filósofo Hermes Trismegisto y por las Sibilas, se llega a los episodios del Antiguo Testamento, primera revelación de Dios hasta llegar a las figuras que adelantaron a Cristo: el profeta Elías que subió al cielo en un carro de fuego, el rey David y Abraham en el punto de sacrificar a su hijo Isaac.
A la izquierda del presbiterio se halla el maravilloso púlpito que cuenta la vida de Cristo, su Muerte, Resurrección y Juicio Final. Lo que se anuncia en el púlpito con la proclamación del evangelio, se hace realidad actual en el altar donde la Iglesia, repitiendo las palabras de Jesús en la última cena, reproduce el evento de la salvación aquí ,ahora y en cualquier momento. De esta manera, gracias a la participación a la Santa Misa, se abre a cada fiel la puerta del Cielo donde le espera la Virgen María que ya has admirado con maravilla en las esculturas y en los retablos.
Detrás del altar, en la parte izquierda, se halla el objeto que da el nombre a la Catedral: la cátedra sede del Obispo, desde la cual el sucesor de los apóstoles lleva y protege en la fé católica el pueblo que le han entregado.